domingo, 15 de diciembre de 2013

"Una piedra en el camino...

...me enseñó que mi destino era rodar y rodar..."
Llevo mucho tiempo encontrando piedras en mi camino. La rodilla derecha me empieza a fallar de tanto saltarlas porque no siempre puede uno esquivarlas.
La intemporalidad de la música me ha llevado a identificar mi pasado reciente y mi presente con esta ranchera que, afortunadamente, termina con ese grito de fuerza y de dignidad: "...pero sigo siendo el rey". Y, aunque soy republicana de cuna y "no tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda", me adhiero a esa afirmación monárquica mientras siga encontrando piedras y más piedras en mi camino. La última, por cierto, la tengo dentro, concretamente en mi riñón y su expulsión está resultando muy dolorosa.


 Sin embargo, como dijo aquel arriero "no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar".
¡Viva la sabiduría popular!

lunes, 2 de diciembre de 2013

¡Bienvenidos al fantástico reino de los verdugos!

¡Pasen y vean!
¡Señores y señoras! ¡Niños y niñas! ¡Trabajadores y parados! ¡ Víctimas y verdugos!:

¡Bienvenidos al fantástico circo del Absurdo, donde los que lo hacen bien pierden y los que joden al prójimo obtienen fabulosos premios o, en su defecto, una palmadita en la espalda para animarlos a que no dejen de intentarlo!
¡Es el Reino del Disparate!
¡Pasen y vean!
¡No podrán dejar de sorprenderse! ¡Cuando piensen que no puede haber mayores injusticias, uno de nuestros monstruos les volverá a dejar con la boca abierta!
¡Aquél que mate a tres niñas después de violarlas podrá salir en libertad como si solo se lo hubiera hecho a una! ¡ Que más da! ¡El crimen está de rebajas! ¡Unos cuantos burócratas que han hecho pésimamente su trabajo lo han decidido así!
¡No dejen de disfrutar de este bochornoso espectáculo!
¡Aquí las víctimas tienen menos derechos que sus verdugos! ¡Los que delinquen, estafan, roban y matan son tratados con más consideración que los que intentan seguir el camino, cada vez menos transitado, de la honestidad y de la bondad!
¡Dejen su perplejidad en el sofá de sus casas y asistan al derrumbe de todo lo que una civilización avanzada y sabia hubiera podido construir!
No sé si las quince toneladas que recogió el Banco de Alimentos podrán devorar todo el cinismo que impregna esta entrada porque, aunque como muchos ciudadanos colaboré en la medida de mis posibilidades, me sigue pareciendo injusto que el gobierno de un país que se considera civilizado deje desamparados a tantos ciudadanos que tienen hambre de pan y de justicia.
¡Pero PASEN Y VEAN! ¡No den la espalda a tanta injusticia!