Aunque mi estado de salud va mejorando, mi vida social todavía se encuentra bajo mínimos. Cuando nos falta aire para respirar es complicado hablar y más aún reír a carcajadas, como tanto me gusta, de modo que estar con mis amigos se convierte en algo dífícil porque con ellos no puedo estar más de cinco minutos sin encontrar el lado cómico a todo, incluso a nuestras desgracias. Por eso, a veces, no puedo quedar con ellos, muy a mi pesar. Pero lo sigo intentando.
El sentido del humor ha sido el prícipe azul que me ha salvado de todas mis cuitas y desdichas , y espero que no me abandone a pesar de que no me sea fácil exteriorizarlo. Por lo pronto, este domingo de febrero, me encuentro en mi casita, rodeada de mis criaturas del bosque, escribiendo esta entrada mientras mi gata acecha maliciosamente a mi periquita y mi conejo da vueltas a mi alrededor para que le dé una golosina, realmente, parezco Blancanieves...