Me gustaría decir que aún creo, pero no es cierto. Y, sin embargo, es maravilloso regresar a lo elemental, a lo más sencillo, a la esencia de las cosas: la paz, el amor, la belleza, la libertad y todas esas pulsiones que enriquecen la vida del más ínfimo ser que puebla la inmensidad del Cosmos.
En los sesenta unos inspirados melenudos creyeron haber encontrado la piedra filosofal para conseguir que la felicidad poblara cada rincón del mundo, no obstante, y a pesar de sus buenas intenciones, esos "hippies" pagaron un alto precio con la pérdida de esa inocencia y las drogas, que fueron cómplices de sus verdugos.
Tal vez nos convendría a todos los escépticos dejarnos envolver de vez en cuando por el humo de una droga que se llama fe o esperanza en que los seres humanos se entiendan, se respeten y se amen.
Por lo menos, ayer por la tarde, bebí un cóctel de ilusión, de belleza y de buena música en un teatro de mi ciudad participando de esa fiesta de buen rollo que es "Hair":
¡Flower power!