Nací un 19 de junio de hace unos cuantos años, así que hoy he celebrado mi cumpleaños -bueno, de hecho empecé ayer por la noche con las celebraciones, y lo que me queda...-; sin embargo, el de este 2011 ha resultado ser un cumpleaños especial. Los que me quieren me lo han demostrado y han brindado por mi futura felicidad deseándome que las cosas mejoren y, como tengo la buena costumbre de ser agradecida, aprovecho este blog para darles las gracias a todos.
No obstante, si algo he aprendido en los años que llevo deambulando por este mundo, es que los brindis no son suficientes para conjurar las amenazas que sobrevuelan nuestras cabezas, por lo tanto, y desoyendo los consejos de una madre sempiternamente preocupada por mi integridad fisica y aun sintiéndome algo indispuesta-, he decidido sumarme a las manifestaciones que han recorrido las calles de las ciudades con la intención de denunciar las injusticias que se están produciendo a lo largo del planeta.
Tal vez no se consiga gran cosa, o, quién sabe, quizá se trate de un día histórico que marque una inflexión en la forma de tratar a los poderosos; en todo caso me ha emocionado ver que las "anónimas" víctimas de los excesos de estos últimos han dejado sus hogares, se han sacudido su pereza dominical habitual y se han derramado por toda la geografía española para reivindicar sus derechos.
Y para terminar con este cumpleaños sui generis, he decidido editar esta entrada con una de las fotos que he sacado esta misma tarde: un abuelo revolucionario nos instaba a los más jóvenes a que siguiéramos luchando por los derechos de los más débiles, a que continuáramos con esta revolución social, pacífica y justa, para que los esfuerzos que gente como él había realizado con la intención de dejar un mundo mejor no se quedaran en agua de borrajas.