hasta en los cuentos a los que eran buenos se les premiaba.
A cambio debíamos confiar en el capitalismo. Él nos garantizaba que nuestros sueños se pudieran cumplir. Durante años y años se nos decía que el progreso sería factible siempre y cuando no nos dejáramos caer en la desidia ni en el desencanto. La sociedad del bienestar era factible gracias a la aportación anual de cada uno de los ciudadanos a las arcas del estado. Este estado se estructuraba en tres poderes autónomos: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y nos garantizaba que los derechos de todos, los más ricos y los más pobres, fueran respetados y custodiados por los representantes escogidos en unas urnas cada cuatro años.
A mi generación la llamaron "X", después llegó la "Y" y, en la actualidad, se habla de los "ni ni"que , si en su origen, significaba que ni querían estudiar ni trabajar ahora se está transformando en una juventud que ni puede trabajar ni encuentra trabajo, aunque quieran. Hoy todos formamos la generación "ESTAFADA".
Y ¿quiénes son los responsables de semejante engaño? Unos hablan de los demoníacos e invisibles mercados, otros de los políticos gestores que han derrochado o malversado los ingresos de la hacienda pública, algunos iluminados nos dirán que un planeta de la galaxia vecina nos está intentando aniquilar para apoderarse de nuestro mundo...
Lo cierto es que con la que está cayendo, una lluvia de piedras que destruye los ideales de muchas personas que soñábamos con un mundo mejor y más justo, los responsables de la actual crisis mundial se están yendo de rositas porque gran parte de los ciudadanos prefieren aferrarse a un sistema, cada vez más caduco e inoperante, que no tiene otra solución que el parche que supone eliminar los mínimos derechos que la gente más pobre había conseguido tras siglos y siglos de injusticias y de luchas por una mayor igualdad entre los seres humanos.
Lo más deprimente es enterarte de que personas queridas y cercanas, a las que siempre habías creído solidarias y valientes, se dejan manipular por las políticas del miedo y del conservadurismo trasnochado. Las clases privilegiadas siempre aprovechan la mínima ocasión para desengañar a los que quieren un cambio social transmitiendo un mensaje de hipócrita prudencia que frene los posibles cambios que pudieran abrir grietas en los bien asentados cimientos de su mundo acomodado. Nos dicen que no es posible, que las arcas del estado están vacías para ayudar a tantos vagos y maleantes, y, mientras tanto, permiten que el fraude fiscal de los más ricos crezca con toda la impunidad que se puede comprar con dinero. Lo que me pregunto es cómo gente inteligente puede dejarse estafar todavía a estas alturas del partido.