Nunca ha sido más útil la utopía.
Aunque este concepto parezca parádojico, solamente hay que mirar atrás y buscar en el origen de todo lo que significa progreso a lo largo de la historia de la humanidad. En las raíces del árbol de la vida y de la ciencia siempre se sembraron las semillas de la utopía.
Sin ir más lejos, esta ventana tecnológica a través de la que me asomo a vosotros era algo utópico hace apenas unos pocos años.
La definición del diccionario me da la razón: una utopía es algo irrealizable en el momento presente. Yo añadiría que es la concreción futura de una esperanza, de los sueños de muchos que otros, menos pero poderosos, pretenden ridiculizar porque atenta contra intereses ya creados.
El miedo es el gran enemigo de las utopías; sin embargo, y pese a que el ser humano siente una gran desconfianza ante cualquier cambio, los pocos valientes, que desoyendo las burlas de los mal llamados sensatos y los ataques de los que no quieren quedarse sin sus privilegios, son los que han escrito las páginas más relevantes de la historia de la humanidad.
Por si fueran pocos los argumentos sobre las funciones prácticas de la utopía, llega un nuevo año que nace con pronósticos tan negativos que ni siquiera una mente racional, como la mía, puede permitirse el lujo de ignorar la imperiosa necesidad de creer en que las cosas pueden mejorar.
No obstante, la utopía , como idea abstracta que es, requiere que las personas la concreten, que salgan del adormecimiento en el que nos ancla la pereza, el temor y, sobre todo, ese escepticismo acomodaticio que destruye cualquier intento de cambiar lo que no está bien, lo que no es justo.
Quiero creer que se ha sembrado la semilla de un árbol que cada vez tendrá más ramas cuyas hojas darán sombra y cobijo a más personas, ahora sólo queda que lo cuidemos y lo abonemos para que resista las sacudidas brutales de ese huracán dañino que lanza el sistema neoliberal de los mercados financieros. No dejemos que unos pocos se rían en sus sillones mientras destruyen la utopía de los que caminamos por la cuerda de un funambulista.
Consigna para un Año Nuevo: RESISTENCIA.