lunes, 23 de abril de 2012

Una rosa para una doncella solitaria

Una vez al año mi ciudad se convierte en un espléndido jardín de rosas. Sus pétalos compiten con las páginas de miles de libros que esperan, dormidos, despertar los sueños de las personas que buscan descubrir otras historias y  que, aunque no son las suyas propias, sienten que hay otras vidas, otros mundos para perderse.
Cuando una no tiene a un enamorado que quiera emular al caballero que mató al dragón y le regaló una rosa nacida de su roja sangre a la princesa de turno , no puede evitar sentirse algo ajena a esta fiesta popular.
 A pesar de ser una persona bastante alejada de convencionalismos, hoy paseaba por las calles de mi ciudad como una niña que no había sido invitada a la fiesta de sus compañeros de colegio.
 Sin embargo, alguien se acuerda de ti y decide hacerte feliz con un simple gesto y, por este motivo, quiero agradecer con estas palabras a todos aquellos que, sin pretender nada más que hacerte sonreír con una flor, te regalan un compromiso de amistad.
A Cristóbal lo conocí en el instituto; nos perdimos y nos reencontramos para viajar juntos en este camino, a veces tan accidentado, que es la vida. Con él me he reído hasta llorar y he llorado hasta acabar riéndome de las propias desgracias que nos ocurren. Es una de esas personas que uno sabe que siempre estará ahí. Nos hacemos mayores  unidos por un hilo invisible que se ha ido formando espontáneamente, sin ningún artificio, con la naturalidad de los que se quieren sin más, sin lazos de sangre ni papeles.
Gracias, caballero andante de las doncellas solitarias.

lunes, 9 de abril de 2012

¿"El árbol de la ciencia" es de hoja caduca?

Hace más de veinte años que leí El árbol de la ciencia de Baroja; pensé que había encontrado una terrible verdad que marcaría mi existencia y, sin duda, fue una de las  razones que me condujeron a sumergirme en la literatura con toda la pasión de una joven que busca respuestas a sus preguntas.
Por cuestiones laborales -entra en la selectividad de mis alumnos- he tenido que releerlo y, curiosamente, el impacto ha sido semejante al que experimenté en mi incipiente juventud.
Si se afirma que un clásico sigue conservando en gran medida cierta vigencia que lo convierte en intemporal, podríamos decir que, por desgracia, el mensaje implícito que Baroja dejó entre estas páginas, allá por el 1911, se podría aplicar a nuestro presente sin temor a quedarnos cortos: "En Alcolea, casi todos los ricos defraudaban a la Hacienda, y no se les tenía por ladrones".
Después de cien años, y cuando ya pensábamos que España había dejado atrás el caciquismo para intentar que los derechos humanos más básicos (educación, sanidad, igualdad,...) fueran asentándose en una tierra rica para unos y yerma para la mayoría, de nuevo Baroja denuncia y nos da voz a muchos, a los hombres y mujeres que, en el 2012, vemos lo mismo que vieron sus ojos.
Tan solo un ejemplo más: uno de los personajes secundarios, "Fermín Ibarra", es un ingeniero talentoso que debe emigrar de España porque no encuentra apoyos para desarrollar sus inventos por la falta de inversión en ciencia que encuentra en nuestro país ¿os suena?
Siempre se ha tildado a Pío Baroja de pesimista y el caso es que, si resucitara ahora, seguiría con su mismo talante, porque es triste ver como una sociedad vuelve hacia atrás destruyendo lo que muchas personas, con su lucha y sacrificios, habían conseguido mejorar.
Para terminar, ahí va una última cita donde se intenta explicar el inmovilismo de la gente pobre ante los abusos de los poderosos: "Andrés creía ver...la evolución progresiva de la gente rica, que iba hermoseándose, fortificándose, convirtiéndose en casta; mientras el pueblo evolucionaba a la inversa, debilitándose, degenerando cada vez más. (...) La casta burguesa se iba preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava."