Tras un ERE, te quedas en paro y te dicen que no te pueden pagar ni la indemnización ni las nóminas que no te abonaron mientras trabajabas. Peregrinas por despachos de abogados y por la Ciudad de la Justicia por si te pueden devolver lo que te han robado (dejando aparte que el sufrimiento que te acarrea una situación así no tiene precio).
Un buen día aparece un fondo de inversión buitre que se ofrece a comprar el edificio donde se ubicaba el colegio en el que habías trabajado a cambio de una quita de la deuda que nos tendrían que abonar. Es eso o nada y, encima, tienes que estar agradecido. Dejas la dignidad a un lado porque si no aceptas lo pierdes todo y, además, te dicen que si alguno de los trabajadores se niegan no cobra nadie. Miras los números rojos de tu cuenta corriente y piensas en lo tranquila que te quedarás cuando puedas devolver el dinero que te dejaron algunos buenos amigos cuando no cobrabas tu sueldo; te decides a firmar y renuncias a un dinero que sería básico para volver a empezar de cero en este mundo salpicado de crisis y de paro.
Luego llegas a casa y en la televisión se habla de una posible demanda de quita en la deuda del país. Algunos contertulios se llevan las manos a la cabeza al oír las propuestas de partidos como PODEMOS y yo no entiendo nada: ¿por qué es tan razonable que no se me devuelva un dinero ganado con honestidad y duramente y, en cambio, los españoles tenemos que pagar un dinero que han gestionado mal unos sujetos corruptos?
A lo mejor a los acreedores se les tendría que decir lo mismo que a mí: "Más vale eso que nada"