Paso a paso, en la calzada de los que ya solo pueden caminar, se han acercado a la gran ciudad y ya saben que tienen pocas cosas que perder.
La lluvia que moja a los caminantes limpia la palabra "dignidad" que se ha ensuciado de tanto mal uso y abuso. Para algunas personas debería estar prohibido pronunciarla, solo los que ya no tenemos nada podemos llenarnos la boca y el alma de dignidad.
Mientras las huellas de los que marchan se pierden entre los que van detrás de la gran nube de polvo hecha de miserias e injusticias, yo busco el sendero de mi maltrecha dignidad que se levanta cuando caigo y tiende su mano para que no me quede en el suelo derrotada.
Y ella está a mi lado y cerca de todos los que sufren. La dignidad es patrimonio de los que pierden en esta ruleta cínica de la vida.
Por eso podemos gritarla y defenderla ante los que pretenden escupir sus letras y mancillar su esencia.