jueves, 2 de octubre de 2014

¡Hola, soy tu independencia!

Tal vez mañana alguien llamará a mi puerta para convencerme de que el 9N tengo que votar para decidir si quiero que Cataluña se independice de España. Es una nueva ofensiva de un movimiento que se contagia más rápido que el Ébola y sólo espero que no destruya la buena convivencia que desde la instauración de la democracia ha habido en mi tierra. 


Si no fuera por mi intrínseca alergia a todo lo relacionado con las ideologías nacionalistas de cualquier cariz, casi me convencerían de que la felicidad absoluta se conseguirá en una Cataluña separada de España. Los leo, los oigo, los veo y envidio esa exultante emoción de los que se sienten protagonistas de la Historia, de los que piensan que están escribiendo los renglones de un mundo nuevo y mejor.

Pero no me los puedo creer porque su mensaje crea división y yo prefiero multiplicar; porque he visto a personas que considero inteligentes confundiendo a España y a los que no piensan como ellos con el PP; porque en un contexto de crisis económica la población suele ser manipulada por adalides de la patria que prometen soluciones a cambio de cantar himnos; porque me obligan a escoger entre dos músicas cuando la banda sonora de mi vida ha cantado las dos; porque nunca he creído que un ser humano sea mejor por ser de un color o de una bandera concreta; porque miro al pasado y veo demasiada sangre derramada por conflictos religiosos y nacionalistas; porque la lengua y las tradiciones catalanas nunca han sido tan reconocidas y respetadas como actualmente; en fin, termino esta extensa enumeración para no aburrir demasiado, escandalizada por el ingente presupuesto que han previsto los organismos vinculados al independentismo mientras muchos catalanes pasan necesidades más vitales que la de cambiar los atlas políticos -siempre he pensado que no se hacen reformas en casa si no hay pan-.

Si vienen a mi casa haré lo mismo que con los "Testigos de Jehová": despacharles educadamente y esperar que no se lo tomen mal, ya que en democracia no se recurre a métodos tan invasivos para conseguir votos.