sábado, 25 de junio de 2016

Admirado Javier Marías


Admirado Javier Marías:

A menudo leo tus artículos de opinión en el suplemento dominical de El País y me pareces un gran escritor y articulista. Como amante de la literatura he seguido tu carrera y reconozco que tienes una sensibilidad y un talento excepcional para captar la naturaleza del ser humano y, aunque soy consciente de que el genio y la ética no tienen por qué ir siempre de la mano, me he reconocido en tu sentido crítico sobre diferentes aspectos de la vida en numerosas ocasiones. Sin embargo, me atrevo a escribirte para ofrecerte mi humilde opinión sobre dos asuntos en los que me pareces errado -disculpa de antemano la osadía de uno de tantos sujetos anónimos que pululan por estos caminos de la vida-. 
   Antes de empezar creo conveniente ponerte en antecedentes: tus artículos me los recorta una sabia mujer con la que coincido en un parque mientras paseo a mi perro por las tardes; allí se nos pasa el tiempo hablando de nuestras mascotas, de nuestros achaques de salud, de nuestras dificultades para llegar a fin de mes, en fin, de todo lo que las personas de mi condición social hablamos cuando otros oídos tienen a bien escucharnos. Y, a pesar de que nuestro barrio es de los que llaman de clase proletaria, también tenemos conversaciones sobre libros, cine y demás manifestaciones culturales mientras tiramos la pelota a nuestros perros. No nos sentimos ni especiales ni privilegiados -pues no lo somos- pero luchamos por mantener nuestra dignidad lo más entera posible a pesar de padecer las consecuencias de esta estafa ( mal llamada crisis) que nos ha sacudido tan duramente. Y, sabes, una de las cosas que más nos ha ayudado a "tirar pa'lante" ha sido la sincera lealtad de nuestros amigos de cuatro patas que no nos han abandonado cuando algunos humanos nos daban la espalda (como tan bien reflejabas en tu estupendo artículo Las amistades desaparecidas), por eso no te extrañe que intentemos reivindicar que tengan derechos aunque ellos no sepan ni lo que son, como muy bien dices. Este planeta no pertenece solamente a la especie humana y, por este motivo, la hegemonía que nos proporciona nuestra inteligencia superior debería estar enfocada a salvaguardar, siempre que sea posible, a los más débiles sean de nuestra especie o de otra que sufra maltrato. Es por esta razón por la que apoyo a Podemos, no porque me hayan captado cual secta destructiva sino porque creo que son personas cuya ética la demuestran en sus gestos más simples. No considero a Pablo Iglesias mi gurú ni deseo que sea mi salvador, sólo espero que aporte una mayor decencia a la vida política de nuestro país, tan maltrecha por cierto. No se me escapa que el apelativo "podemita" tiene connotaciones sectarias; hace tiempo que en esta campaña de demonización, a la que nos someten a militantes y simpatizantes de Podemos, se nos insulta y desprecia, pero esperaba, sinceramente, otra altura de miras por tu parte. Muchos "podemitas" lo éramos antes de que apareciera "el Coletas" y los suyos, sencillamente no teníamos representación política al uso. Nos emocionamos al sentirnos identificados con unas ideas y, lo que me parece más importante, con unos principios éticos en los que se lucha por los derechos más fundamentales de las personas. 
Siempre he huido de fanatismos y no soy en absoluto idólatra, me da grima cualquier manifestación de intolerancia o supremacía sea de origen religioso, nacionalista o, incluso, deportivo; ni Pablo, ni Carolina, ni Manuela,...ni yo somos perfectos ni estamos en posesión de la verdad, simplemente creemos que se pueden hacer mejor las cosas, con justicia y honestidad. 
Y, para demostrarte que no somos sectarios, quiero que sepas que sigues siendo uno de mis escritores más admirados y te agradezco los buenos ratos que he pasado sumergida entre las páginas de tus libros.
Gracias y saludos de una "podemita" con perro.