miércoles, 15 de agosto de 2012

Para Elisa...

Recuerdo que era una mañana de sábado, en primavera. Todos sabíamos que el final estaba cerca, él también. Lo último que me dijo es que ya estaba harto de tanto dolor y pedía que se acabara ese sufrimiento, por eso cuando me llamaron sufrí un choque de emociones encontradas: por un lado, alivio; por otro, la inmensa tristeza de la última despedida.
Mi padre no era para nada perfecto, me faltarían dedos de las manos para enumerar sus defectos, sin embargo, a menudo se me aparece en las más pequeñas cosas: cuando estoy en la playa le recuerdo apareciendo con helados para despertar nuestras sonrisas; recuerdo sus ollas de sangría que alegraban nuestras fiestas de verano; el gran placer que sentía - y que yo he heredado- ante una buena comida; en fin, cuando se fue me quedé con todo lo bueno porque sólo tenemos un padre y no podemos elegirlo.
Aquel 17 de mayo el taxista que me conducía al hospital me decía  mientras las lágrimas se resbalaban incesantes por mis mejillas : " Tranquila que llegaremos a tiempo para que te despidas". Es curioso como en momentos tan cruciales una frase de un extraño puede darte tanto consuelo.
Por este motivo, y con perdón del insigne Beethoven, esta entrada es para ti, Elisa.
Son palabras de una extraña a la que apenas conoces pero que están escritas desde el cariño que siempre he encontrado en tus comentarios.
Un abrazo,
Mayte.

3 comentarios:

  1. Por favor Mayte!! que no haya visto este regalo de tan incalculable valor... (resulta que ya hastiada de mensajería profesional me dí un tiempo para conectar el portátil) entraba al blog de Carmenchu y quedaba recortado ¡¡qué leo!! y no se veían los márgenes y lo he abierto y veo esa dedicatoria que me has hecho y he dicho ¡¡es para mí!! con un nudillo en la garganta. Cómo me gustaría escribir como tú, Mayte, con esa riqueza de descripciones y vocabulario. Es así, como lo dices tú. Mi padre, que era mi niño, pese a sus innumerables imperfecciones, me dejó su valentía, generosidad, rectitud, independencia y saber estar como ejemplo a seguir. Y en ello estamos... ¡quisiera algún día estar a su altura! Queda conformidad de haber agotado junto a él hasta el último vestigio de lucha. Gracias, te quedo muy agradecida.

    ResponderEliminar
  2. Siempre envidié a los que creen en otros mundos más allá de este tan lleno de miserias pero mi escepticismo endémico me lo impide, por este motivo he buscado otras formas de buscar la cercanía de los que se me han ido: el recuerdo que me hace sonreír, los sueños en los que se cuelan inesperadamente, aquellos detalles que les rinden culto sin endiosarlos, en fin, la inmortalidad de los que se van se encuentra en nuestras propias vidas y eso me consuela bastante.
    Casi nunca sé qué decir cuando alguien ha perdido a un ser querido, así que te envío mis "recetas" por si te van bien.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mayte:

      El siempre decía "estoy tranquilo. cuando me vaya será como antes de nacer..." claro, se refería a sí mismo, pero no calculaba el alcance de su estela. La ceremonia fue laica y participativa. Sonó "My Way" y "Imagine". Un abrazo.

      Eliminar