lunes, 31 de diciembre de 2012

"Adéu, tiet!"


En este día de despedida de un año que acaba con demasiadas tristezas y pocas alegrías, me vais a permitir que escriba sobre una persona que no era famosa, que no tenía poder, que no era responsable de los recortes a causa de esta crisis, y que no destacó nunca por nada especial. Era  uno más de los que pasean sus días por este camino de la vida, a veces tan abrupto.
Murió hace pocos días en una habitación de hospital con la compañía de unos sobrinos que no quisieron dejarlo solo en sus últimos momentos. No tenía hijos ni mucha gente que lo apreciara, y a su funeral asistieron pocas personas. Como única herencia nos dejó a su perrita Fosca que lo acompañó hasta el final de sus días y un piso de alquiler antiguo lleno de recuerdos y de trastos viejos.
Escribo esta entrada dedicada a él porque creo que cualquier ser humano se merece un recuerdo especial y, yo, su ahijada y sobrina, me despido de él dándole las gracias por los momentos compartidos y porque, con su muerte, me ha vuelto a recordar lo efímera que es la vida y lo importante que es cada día que empieza aunque parezca que no podamos levantarnos.
"Adéu, tiet Paco!"

viernes, 7 de diciembre de 2012

La escuela no es un campo de batalla

Cuando la escuela se convierte en un campo de batalla la sinrazón gana la guerra y esto es lo que quieren provocar los unos y los otros.
¿Dónde se esconden el respeto a la cultura catalana y el tan ensalzado "seny" catalán?
Señores políticos de los dos bandos, les debo recordar que los derechos fundamentales del niño suscritos por la Unesco y por Unicef, recogen una cuestión primordial que parecen haber olvidado: todo niño tiene derecho a recibir educación en su lengua materna.
En Cataluña coexisten dos lenguas oficiales habladas de forma espontánea por sus ciudadanos, sin embargo, la política de inmersión lingüística de la Generalitat relegó a la lengua castellana de la educación de los catalanes convirtiéndola en una asignatura impartida dos o tres horas semanales -en el mejor de los casos- y excluyéndola como lengua vehicular.
Si dejáramos a un lado los rencores generados durante la dictadura franquista que intentó destruir -infructuosamente gracias a Dios- el apego de los catalanes hacia nuestro idioma, nos percataríamos de que una lengua es fundamentalmente una herramienta de comunicación y que cuantas más dominemos mejor. La teoría de que el castellano no hace falta aprenderlo bien en la escuela porque los catalanes ya lo pueden aprender en la calle y en la televisión no se fundamenta en una base pedagógica, ya que para conocer bien una lengua ésta debe ser utilizada en ámbitos académicos.
Todavía no entiendo por qué no se contempla la alternativa más justa y, sin duda, más eficaz para el aprendizaje de ambas lenguas, que es la de usar las dos  como vehiculares repartiendo las materias de una forma equilibrada para que los alumnos catalanes conozcan y se expresen mejor tanto en catalán como en castellano. Lo más paradójico es que el sistema de inmersión lingüística perjudica sobretodo a los niños cuya lengua materna es el catalán porque tienen menos ventajas que los castellanohablantes ya que tienen menos competencias lingüísticas en castellano y en su futuro profesional podrían sentirse limitados tanto si ejercen su profesión en Cataluña como si deben salir de su tierra. Y, por desgracia, sé de lo que hablo porque soy profesora y me llegan alumnos de colegios donde no han cursado apenas la lengua castellana que tienen serias dificultades en expresarse , tanto oralmente como por escrito, en esta lengua.
Deberíamos observar e imitar sistemas educativos de otros países, como Luxemburgo, donde la cooficialidad de lenguas no supone un enfrentamiento entre estas sino una suma productiva de las mismas.
A estos señores que rigen los destinos educativos de nuestros chicos les recomendaría la lectura de un libro escrito por Mercè Vilarrubias en defensa de la educación bilingüe titulado: Sumar y no restar que supone un estudio muy cabal sobre este tema.
Para finalizar, y ya que no puedo decírselo a la cara, me gustaría decirle al señor Wert que el catalán es nuestra lengua igual que el castellano y no se puede relegar a una lengua subordinada y anécdotica y que, por tanto, debe tener el rango de troncal porque sino está haciendo con ella lo mismo que hoy en día se hace con el castellano.