viernes, 31 de diciembre de 2010

Caminas con la solemnidad de una reina...


Hoy he visitado junto a mi mentor en esto del bloggeo, mi buen amigo Xesco, una exposición sobre la remota historia de Arabia y sus dinastías. Después nos hemos incorporado a la caravana de los mil Reyes Magos que pululan por las calles comerciales de nuestra ciudad buscando regalos para hacer reinar la alegría una mañana de enero al año. Aunque ya no traen incienso y mirra como los de Oriente, también inician largas rutas a través del desierto de las dudas : ¿será su talla?, ¿le gustará el color?, ¿qué le compro a mi suegra?...

Y es que la realeza sigue teniendo connotaciones positivas, a pesar de que las sagas reinantes de nuestros días hayan oscurecido ese brillo que heredadon de los viejos cuentos de hadas. Incluso una mujer criada en el seno de una familia de tradición republicana como yo, siente cierta debilidad por esas edulcoradas crónicas sobre una trasnochada aristocracia en decadencia.

Tal vez sea por ese motivo que me encanta que algunos comparen mi forma de caminar con la de una reina; supongo que confunden la lentitud de una asmática concentrada en su fatigosa respiración con la solemnidad de Su Excelentísima Majestad entrando en el Salón de la Corona.

Lo más gracioso es que si tuviera que escoger un reinado, me quedaría con el de una "dragqueen" en su actuación estelar de la noche, al menos son reinonas por decisión propia y no simplemente por herencia.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La gata saca las uñas


Un buen día te miras al espejo y el reflejo te devuelve una imagen que te llena de orgullo. Y no es que tengas menos flaccidez -o que la muestra cosmética antiarrugas surta un efecto milagroso-, sino que reconoces el rostro de una persona que ha sacado la uñas para plantar cara a una injusticia que, a pesar de que afecta a unas pocas personas localizadas en un espacio pequeño y concreto, es importante para ti y para algunos compañeros de camino que se han sentido maltratados por comportamientos poco éticos.

Siempre queda cierta inquietud por las posibles consecuencias, pero te sobrepones al reconocerte por unos instantes como uno de aquellos valientes que admirabas en las historias sobre luchas, a menudo descompensadas, que lograban reconciliarte con un sentido de justicia, algo desprestigiado por estos tiempos de crisis donde parece que uno debe aguantar humillaciones varias con tal de no perder tu principal fuente de ingresos.

A veces no es fácil hacerse respetar, incluso en ocasiones te cansas de levantar la pata para marcar tu territorio, sin embargo hoy, al llegar a casa tras haber vivido momentos especialmente delicados, me he sentido la protagonista de mi particular película de aventuras en la que he triunfado ante mis antagonistas de una manera limpia y serena.

Como no es frecuente que me sienta así de bien conmigo misma me he decidido a reflejar este momento de reconcilición con unos ideales que, con frecuencia, me parecen ingenuos y que acompañaron tantos momentos memorables de mi infancia, cuando los buenos ganaban a los malos y se casaban con las princesas...