viernes, 12 de diciembre de 2014

La quita

Tras un ERE, te quedas en paro y te dicen que no te pueden pagar ni la indemnización ni las nóminas que no te abonaron mientras trabajabas. Peregrinas por despachos de abogados y por la Ciudad de la Justicia por si te pueden devolver lo que te han robado (dejando aparte que el sufrimiento que te acarrea una situación así no tiene precio). 
Un buen día aparece un fondo de inversión buitre que se ofrece a comprar el edificio donde se ubicaba el colegio en el que habías trabajado a cambio de una quita de la deuda que nos tendrían que abonar. Es eso o nada y, encima, tienes que estar agradecido. Dejas la dignidad a un lado porque si no aceptas lo pierdes todo y, además, te dicen que si alguno de los trabajadores se niegan no cobra nadie. Miras los números rojos de tu cuenta corriente y piensas en lo tranquila que te quedarás cuando puedas devolver el dinero que te dejaron algunos buenos amigos cuando no cobrabas tu sueldo; te decides a firmar y renuncias a un dinero que sería básico para volver a empezar de cero en este mundo salpicado de crisis y de paro.

Luego llegas a casa y en la televisión se habla de una posible demanda de quita en la deuda del país. Algunos contertulios se llevan las manos a la cabeza al oír las propuestas de partidos como PODEMOS y yo no entiendo nada: ¿por qué es tan razonable que no se me devuelva un dinero ganado con honestidad y duramente y, en cambio, los españoles tenemos que pagar un dinero que han gestionado mal unos sujetos corruptos?
A lo mejor a los acreedores se les tendría que decir lo mismo que a mí: "Más vale eso que nada"

lunes, 3 de noviembre de 2014

La revolución de PODEMOS

   La primavera de ese año hizo florecer la indignación. Las plazas de muchas ciudades y de pueblos se llenaron de gente que quería una democracia real. Era una convocatoria espontánea provocada por tantas injusticias que el gobierno del Estado estaba  propiciando con una serie de medidas que sufría el pueblo llano, mientras que los causantes de la bancarrota del país se iban de rositas. Personas de diferente condición, edad y procedencia tomaban un altavoz para clamar contra tanta injusticia. Sin embargo, algo cojeaba en las entrañas de este movimiento: no existía un más allá de las plazas. 
   Han tenido que pasar unos años para que la semilla que se plantó germinara en un fenómeno político que ha hecho temblar los cimientos de una "casta" que siente como se resquebraja un sistema corrompido por la idiosincrasia de unos sujetos que dejaron de representar al pueblo para preocuparse tan solo de aumentar sus ingresos económicos.
   La política es una profesión honorable y vocacional, y exige una gran dosis de honestidad y valentía. No sé si los candidatos de PODEMOS darán la talla para dirigir un país, pero lo que tengo claro es que unas personas que son capaces de renunciar a una importante parte de su sueldo por conseguir sus objetivos son políticos vocacionales, y esto ya me infunde confianza en ellos. Por otra parte es difícil que lo hagan peor que los que están en los organismos oficiales.
   También me gustaría recalcar que gracias a la aparición de PODEMOS se ha canalizado la ira de un pueblo de un modo pacífico y ordenado que ha impedido que se desate la rabia de una forma violenta,
Somos un pueblo que ha crecido en un estado del bienestar y que , en general, está formado e informado y tal vez esa sea la causa de que no hayamos salido a la calle con violencia, pero, por esa misma razón, hoy nos sentimos identificados con la propuesta de unas personas que podrían ser nuestros vecinos de rellano. Son gente preparada y honesta, que no quieren enriquecerse con la política y que buscan una salida de este pozo de podredumbre en el que nos ha sumido la"casta".
   ¡Buena suerte y fuerza, chicos! Sabemos que no os va a ser fácil y que vais a recibir por todos los lados, pero no perdáis el ánimo y sujetad con determinación el timón de este barco que se hunde por momentos.
   ¡Ah, y gracias por devolverme la fe en que los milagros políticos pueden materializarse!

jueves, 2 de octubre de 2014

¡Hola, soy tu independencia!

Tal vez mañana alguien llamará a mi puerta para convencerme de que el 9N tengo que votar para decidir si quiero que Cataluña se independice de España. Es una nueva ofensiva de un movimiento que se contagia más rápido que el Ébola y sólo espero que no destruya la buena convivencia que desde la instauración de la democracia ha habido en mi tierra. 


Si no fuera por mi intrínseca alergia a todo lo relacionado con las ideologías nacionalistas de cualquier cariz, casi me convencerían de que la felicidad absoluta se conseguirá en una Cataluña separada de España. Los leo, los oigo, los veo y envidio esa exultante emoción de los que se sienten protagonistas de la Historia, de los que piensan que están escribiendo los renglones de un mundo nuevo y mejor.

Pero no me los puedo creer porque su mensaje crea división y yo prefiero multiplicar; porque he visto a personas que considero inteligentes confundiendo a España y a los que no piensan como ellos con el PP; porque en un contexto de crisis económica la población suele ser manipulada por adalides de la patria que prometen soluciones a cambio de cantar himnos; porque me obligan a escoger entre dos músicas cuando la banda sonora de mi vida ha cantado las dos; porque nunca he creído que un ser humano sea mejor por ser de un color o de una bandera concreta; porque miro al pasado y veo demasiada sangre derramada por conflictos religiosos y nacionalistas; porque la lengua y las tradiciones catalanas nunca han sido tan reconocidas y respetadas como actualmente; en fin, termino esta extensa enumeración para no aburrir demasiado, escandalizada por el ingente presupuesto que han previsto los organismos vinculados al independentismo mientras muchos catalanes pasan necesidades más vitales que la de cambiar los atlas políticos -siempre he pensado que no se hacen reformas en casa si no hay pan-.

Si vienen a mi casa haré lo mismo que con los "Testigos de Jehová": despacharles educadamente y esperar que no se lo tomen mal, ya que en democracia no se recurre a métodos tan invasivos para conseguir votos.

miércoles, 16 de julio de 2014

Todos con Carlos y Carmen

Hoy el Tribunal Supremo ha permitido que la Reforma laboral del PP salga adelante con el despido libre durante el primer año de contrato entre sus presupuestos.. 
En la pantalla de televisión aparece una mujer que va a ser encarcelada por participar en un piquete en la huelga general que protestaba contra esta tropelía entre otras injusticias. Uno de sus compañeros, Carlos, ya está cumpliendo una pena de tres años por la misma razón. Carmen mira a la cámara y cita a un antiguo griego que criticaba a la recién nacida democracia aduciendo que era un gobierno de aristócratas votado por el pueblo... Carmen sonríe amargamente comprendiendo la triste vigencia de estas palabras. 
En un país donde grandes delincuentes, que han estafado, robado y conducido a personas a una ruina económica y emocional terrible, siguen saliendo de los tribunales de rositas y se permiten el lujo de denunciar a sus perseguidores -véase como ejemplo de semejante indignidad el caso Blesa y Elpidio Silva-, pues, como decía, en un país abandonado por la ciega justicia una mujer de 56 años, parada y con serios problemas para pagar la factura de la luz, se ve ante una sentencia ejemplarizante que la hará ingresar en la cárcel a finales de mes y abonar una multa de más de tres mil euros.
¿Estamos locos?
¡Ya está bien!
Estoy convencida que los que nos están mandando nos consideran idiotas . Y mientras, estas dos personas humildes y honestas viven en una sociedad donde es un delito ser bueno, valiente y pobre. 



jueves, 10 de julio de 2014

El toro Avenero

El toro Avenero sale junto a sus hermanos para llegar a la plaza donde lo matarán para celebrar unas fiestas ancestrales en una ciudad de España. Él no lo sabe pero el despliegue de medios informativos es espectacular. El animal se adelanta a sus compañeros y comienza a embestir a esos hombres que se sienten protagonistas de un momento único. Su instinto le está hablando: "esos que corren junto a él son sus enemigos y los de sus hermanos". Tiene que correr y ataca. Para unos es malo, para otros da espectáculo y dignidad a la carrera. Pero a él poco le importa, sólo sabe que tiene que defenderse y su bravura y coraje le conduce a sembrar el pánico.
Gracias a Dios no hay víctimas mortales, el único que morirá en la plaza va a ser él mismo pero luchará todo cuanto pueda para morir con dignidad.
Alguna persona desconocida lo verá en el telediario, se identificará con su lucha y escribirá esta entrada en su blog.

martes, 3 de junio de 2014

Disculpad,,,

Disculpad si me permito el lujo de convertir la injusticia en mi propio patrimonio. Entre los miles de millones de habitantes de este planeta seguramente que hay casos más flagrantes que el mío como ejemplo de injusticia. Nunca es consuelo eficaz lo que les pasa a los demás porque siempre nos duele más lo que nos toca de cerca, lo que nos hiere el alma mientras nuestro cuerpo deambula de un lugar a otro pidiendo una respuesta al dolor que sentimos. 
Esta mañana, cuando el despertador me ha anunciado que ya era la hora de maquillar mis penas y enfrentarme a personas que sienten que su vida es también importante, he querido regresar a la cama y no despertar. Tampoco se perdería gran cosa si no saliera a la calle pero sólo tengo esto, mi vida, y tengo que  defenderla mientras me quede un ápice de fuerza y un soplo de aire en mis pulmones.
Hace catorce años entré en un colegio para trabajar con la intención de transmitir algo de lo que había aprendido a unos alumnos que comenzaban a despertar de la infancia y a enfrentarse a las experiencias que la vida depara a un adulto. Hay pocas cosas que me gusten más que ver ese brillo en los ojos del que acaba de aprender algo que no sabía. Al cabo de pocos años los problemas económicos de esa escuela afectaron a nuestras nóminas hasta que nos vimos trabajando sin cobrar. Como podéis imaginar no resultaba fácil subir al autobús y marcar la tarjeta para entrar en un aula y enseñar a unos chicos que los esfuerzos siempre son recompensados. Aun así intenté acabar el curso aunque nos anunciaron que, además de no poder pagarnos nuestros sueldos, todo terminaría en un ERE por insolvencia, sin que nos pagaran las nóminas impagadas ni la indemnización por despido -por lo que las deudas que había contraído durante este período de tiempo quedarían sin saldar-. Humillación, ira, pena, incertidumbre, desesperación,... Enferma de tristeza intento que mis alumnos terminen el curso dignamente a pesar de todo. Lloro en el autobús, cuando voy y cuando regreso; lloro en mi despacho mientras recopilo mis libros y mis carpetas; lloro hasta cuando duermo, soñando; en fin, lloro cuando nadie me ve y cuando intento defender lo único que me queda: cierta dignidad trasnochada que se enfrenta a una realidad indigna.
Concierto una hora en la oficina de los desempleados, somos demasiados para que nadie repare en mí. Mi abogado me deja claro que no existe la justicia universal (por si no me había dado cuenta todavía) y que mis ex-jefes han elaborado un plan, respaldados por la nueva reforma laboral para declararse insolventes y no pagarnos lo que nos deben. Nos queda poca cosa más que aspirar a las migajas que nos adelantará el Fondo de Garantía Salarial que, por otra parte, está saturado por la actual crisis económica, así que nos toca esperar como mínimo un par de años si no pueden vender el edificio.
Mientras todo mi mundo se desmorona como un castillo de naipes, algunos allegados que parecían dignos de confianza se alejan, tal vez por miedo a ser salpicados por la maldición que me persigue o, quizás, exhaustos de tanta desgracia. Y yo sigo llorando perpleja ante tanto dolor. Miro la luna por si tiene respuestas y me observa silenciosa calibrando mi resistencia.
Recorro varias salas de juzgados pero no me dan respuestas. Me exigen más paciencia y conformismo -las cosas son así y debo ser realista-. Me arrebatan la poca esperanza que me queda y envejezco diez años entre las miserias del mundo. 
Hoy llego a casa y agoto lo que me queda de la botella de whisky que me regalaron en navidades los que ya no saben qué decirme para que recupere esa sonrisa que tanto les gustaba. Un empresa financiera de alto nivel ofrece comprar el edificio a cambio de que renunciemos a un 40 % de lo que nos queda después de intentar llegar a diversos tratos. En la sala solamente estoy yo, los demás trabajadores no han venido, y escucho las palabras de los letrados intentando entender cómo es posible que el ser humano Mayte se haya levantado esta mañana para pedir justicia en una ciudad donde se ha dado la espalda a los que sufren de verdad.
¡Disculpad que me haya enrollado tanto! Pero tengo pocas plataformas para hacerme oír...

miércoles, 21 de mayo de 2014

Pan y limones


Dejo la cama llena de pañuelos y  húmeda por la fiebre nocturna para sacar a mi perro y, además, aprovecho para comprar pan y limones. Ando lentamente y con la respiración vibrante por la acción de los virus que siempre me atacan cuando más débil estoy. Me gustaría que alguien me cuidara como cuando era una niña y mi madre me traía una bandeja de pan con  tomate y jamón cocido. Yo pedía cuentos y mi padre me los subía de la calle para que las horas de cama fueran menos aburridas.


 Pero hoy no hay cuentos porque mi vida se lee como una novela naturalista donde el determinismo me conduce a un final que apunta angustia y desolación. Sin embargo, a paso lento y trabajoso hoy puedo comprar pan y limones -incluso me traigo un tetra-brick de caldo para tomar algo calentito que reconforte mi cuerpo enfermo y mi alma abatida- y, sentada en un banco del parque, veo a mi pequeño perro jugar con sus amigos.
 Y sonrío... 

jueves, 17 de abril de 2014

Caldo de cultivo para la intransigencia

La cajera de un supermercado le preguntó a una de sus clientas habituales en qué idioma quería la revista que le mandan cada mes: ¿en catalán o en castellano?. La señora, de unos ochenta y pico años, le contestó que aunque le daba igual quizá le costaría menos leerla en castellano. Ante esta respuesta, una mujer que esperaba en la cola se puso como una fiera y llegó a faltarle al respeto sin que esa anciana pudiera comprender bien la situación ni defenderse.
Parece una anécdota sin apenas importancia, pero la cara de mi pobre madre cuando nos explicaba lo que le había sucedido era de tristeza, no entendía por qué la había atacado verbalmente esa otra señora. 
Llegó a los dieciséis años a Barcelona con un triste equipaje lleno de penas y de nostalgia por su Granada natal. Su familia tenía que empezar de cero fuera de su tierra por pertenecer al bando de los derrotados de una guerra que sumió a España en una larga y cruel dictadura. En Cataluña encontraron de todo, personas que los ayudaron y algún que otro que no aceptaba de buen grado a los inmigrantes y los trataba con desprecio. 
Cuando mi madre se casó con mi padre ya imaginó que esta ciudad sería la cuna de sus hijos y que en Montjuic descansarían los restos de sus padres, y quiso a esta tierra tanto como a la que la vio nacer.
Aprendió las costumbres catalanas a través de la familia de su marido y las convirtió en propias mezclándolas con total naturalidad con las de su Andalucía. En su negocio, una droguería- perfumería de Badalona, hablaba en catalán con las clientas que se dirigían a ella en esta lengua, incluso sin haber recibido ninguna clase, y apuntó a su hija pequeña para que aprendiera sardanas en su colegio cuando la democracia lo permitió. En el último partido de fútbol que enfrentó al Barça con el Granada no pudo saborear la victoria del segundo porque estaba apenada por la derrota del primero.
En fin, he querido escribir esta entrada porque refleja lo injusta que es la intransigencia y el peligro que conlleva juzgar sin conocer. Y no olvidemos que cuando restamos importancia a las pequeñas injusticias estamos abonando la tierra para otras más flagrantes y dolorosas...

sábado, 22 de marzo de 2014

Paso a paso

Paso a paso, en la calzada de los que ya solo pueden caminar, se han acercado a la gran ciudad y ya saben que tienen pocas cosas que perder. 
La lluvia que moja a los caminantes limpia la palabra "dignidad" que se ha ensuciado de tanto mal uso y abuso. Para algunas personas debería estar prohibido pronunciarla, solo los que ya no tenemos nada podemos llenarnos la boca y el alma de dignidad. 
Mientras las huellas de los que marchan se pierden entre los que van detrás de la gran nube de polvo hecha de miserias e injusticias, yo busco el sendero de mi maltrecha dignidad que se levanta cuando caigo y tiende su mano para que no me quede en el suelo derrotada.
Y ella está a mi lado y cerca de todos los que sufren. La dignidad es patrimonio de los que pierden en esta ruleta cínica de la vida.
Por eso podemos gritarla y defenderla ante los que pretenden escupir sus letras y mancillar su esencia.

miércoles, 8 de enero de 2014

¡Hola!...¿Justicia?...¿Hay alguien?...

Hoy he estado en un juzgado. Ni he visto al juez, para él apenas represento unos cuantos dígitos de un DNI. Mi abogada intentaba lograr una sentencia justa que compensara los más de dos años (y lo que me queda) de tortura. Trabajando muchos meses sin cobrar; noches de insomnio por no poder pagar facturas; daño emocional por la pérdida de un trabajo que forma parte de mi identidad como persona -es lo que tiene ser profesora vocacional-; dolor al ver a los que te quieren sufrir por ti; la agonía que supone contraer deudas económicas para una persona honesta que ya padecía si un amigo le pagaba el autobús porque se había olvidado la tarjeta; la incertidumbre de qué va a ser de ti y de tu futuro profesional con la coyuntura actual; en definitiva, ¿qué precio tienen todas mis lágrimas derramadas por una injusticia como la que estoy viviendo? Pues es doloroso reconocerlo,¡ pero valen una P. M.! Y encima, como mis exjefes se declaran insolventes, aunque tienen la propiedad del colegio para vender, pues he regresado a mi casa tal y como he salido: con los bolsillos vacíos de dinero y, además, sin ilusión por seguir viviendo en un mundo tan injusto. Para mí el suicidio no es una opción porque no soportaría hacer daño a los que me quieren, pero cada vez comprendo más a los que, desesperados, toman esta decisión drástica. 
Y, claro, no soy una infanta con un padre con influencias. Ni siquiera he cometido ningún delito, o sí, tal vez mi gran crimen haya sido nacer anónima, ser un número de ocho dígitos y una letra, y la pena impuesta por la ley sea la de ser tratada injustamente aunque jamás haya estafado, ni herido, ni matado.