domingo, 6 de junio de 2010

Es de bien nacido ser agradecido


Uno de los lujos que la "mardita" crisis no me ha arrebatado es el desayuno de los domingos en la cama: mi leche con Cola cao, mis tostaditas untadas con mermelada y, sobre todo, mi tiempo para recrearme y desperezarme antes de saltar del lecho de los sueños imposibles.

Mientras mi gata juega a morderme los pies que se mueven bajo las sábanas -¡qué mona y qué cabrrrona!-, he decidido asomarme a este blog que tenía algo olvidado por los diversos acontecimientos que han jalonado mi vida estos últimos días.

Y no es que no tenga nada que explicar sino que, como respiro algo mejor, he salido a dejarme ver por este sol que últimamente nos saluda tras el abandono al que nos ha sometido durante este inclemente invierno.

Aunque todavía arrastro ciertos achaques de salud, la primavera me ha revivido bastante y suaviza mis malestares varios permitiendo que lo bueno que me ocurre destaque sobre lo que no lo es tanto y, por este motivo, dejo los malos rollos y destaco algo que me ha hecho mucha ilusión:
este viernes vino a visitarme una exalumna de la que guardo muy buen recuerdo y, cuando esta vocación tan deteriorada por los gajes del oficio se iba a declarar en huelga, fue hablar con ella y encontrar, de nuevo, el sentido a esta profesión que se nutre de tantas emociones, unas positivas otras negativas, y que, a menudo, necesita de alguna muestra de gratitud para seguir desempeñándola. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella y me sorprendió ¡invitándome a su boda!

A una escéptica como yo estas cosas le transmiten un poco de confianza en el ser humano, y es que ser agradecido parece que no está de moda ¡con lo poco que cuesta dar las gracias y el maravilloso efecto que produce en el que las recibe!


No hay comentarios:

Publicar un comentario