martes, 17 de mayo de 2011

Las pinzas voladoras



Mientras el mundo zozobra entre terremotos, crisis, levantamientos contra la tiranía, manifestaciones de indignación (¡ya era hora!) y otros asuntos realmente importantes y trascendentes, una mujer hace la compra y entra en una droguería-perfumería. Esperando su turno para ser atendida, se fija en unas pinzas para el cabello y coge una para examinarla más a fondo. Es demasiado pequeña y opta por devolverla al cartón de donde la ha sacado. Pero no puede abrirla; presiona y presiona, asombrada de que un diminuto artilugio sea tan resistente; lo vuelve a intentar con más fuerza y, de repente, sale disparada cual proyectil asesino pasando entre la dependienta y una clienta dándoles un buen susto y provocando las consiguientes carcajadas de los circunstantes que, por unos instantes, olvidaron sus problemas para llegar a fin de mes, el temor hacia un futuro incierto, sus propias angustias existenciales y hasta el dolor de juanetes. Es el poder de la risa, que despeja nubes de tormenta.

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