sábado, 16 de julio de 2011

Los olvidados





Jorge Manrique, en el siglo XV, dedicó su obra maestra a la memoria de su padre con la intención de rendirle homenaje y de lograr que su fama no fuera enterrada junto a su cuerpo. Parece ser que, desde la antigüedad, el ser humano siente un interés especial en que su recuerdo no se desvanezca como el humo. A veces eran los vivos los que consideraban que determinadas hazañas debían ser recordadas aunque sus protagonistas no disfrutaran del reconocimiento a sus logros. De todos modos, la ingratitud del olvido ha sido, a menudo, lo que muchos han recibido por sus méritos y, aunque pasen los años conviviendo con esa agria sensación, cuando se les reconoce sienten que sus sufrimientos no han sido en vano.





Reconozco que siempre me ha interesado más la intrahistoria, la pequeña anécdota de los anónimos, que la que se estudia en los manuales de Historia, y, por este motivo, un documental sobre los soldados republicanos españoles que ayudaron a liberar Francia de los nazis ha conseguido emocionarme. Ver y oír a Manuel y a Luis rememorando cómo lucharon por sus ideales, sin esperar otra cosa que conseguir la libertad de las gentes de su tiempo, me llega más adentro que oír discursos grandilocuentes de generales y reyes que apenas se ensuciaron las manos para ganar una batalla.



Me pregunto cuántos olvidados nunca han sido,ni serán, reconocidos ni por sus contemporáneos ni por generaciones venideras. Para todos ellos ahí va mi humilde admiración.

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