jueves, 22 de abril de 2010

Mi mar


Nacer cerca del mar y vivir en una ciudad donde se respira su aroma nos condiciona más de lo que percibimos a simple vista. El rumor de las olas al morir en la arena de la playa forma parte de la banda sonora de nuestra vida.

Desde mi más tierna infancia el mar ha sido un amigo incondicional; primero, en esos domingos playeros, cuando me recuperaba del revolcón de una ola traviesa comiendo un polo de limón que compraba mi padre al hombre de los helados; después, luciendo biquini con las amigas embadurnadas de aceite de coco; también, en algunos viajes a otros lugares donde siempre veía, en definitiva, un mismo horizonte azul.

El mar recibe muchos nombres, el mío es el de Serrat, el Mediterráneo, pero en realidad es uno sólo y de ahí proviene su grandeza.

En estos últimos días se ha convertido en un buen compañero de fatigas y su presencia ha aliviado unos momentos duros, por este motivo he querido dedicarle esta entrada a mi fiel y respetado amigo.

Y, ya puestos a dar las gracias (este blog cada día se parece más a una entrega de los Oscar con tantos agradecimientos), envío un beso a esos otros mares más chiquititos que me han mecido en sus limpias aguas de cariño...

2 comentarios:

  1. Tengo multitud de recuerdos ligados al mar y a tí, y te aseguro que todos son buenos. No podía ser de otra manera! Me alegro de que las maravillosas vistas que hay desde el Hospital del Mar te hayan ayudado a pasar estos días... Un beso!

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