No quisiera comparar la muerte de una persona con la de un simple animal, pero en lo básico la sensación de vacío es parecida: el ya no ser de algo que hoy no se ha comido su pienso , con esa avidez que le caracterizaba, ni ha saltado al sofá en busca de mis caricias, ni ha roído el periódico del revistero.
Me consuela la idea de que en su corta vida ha tenido los cuidados de una solitaria que odia las prisiones y que siempre que podía le abría la puerta de su jaula para que saltara y jugara por el piso y por un balcón lleno de plantas que él "podaba" al menor despiste.
Ha dejado de respirar en mis brazos mientras lo llevaba al veterinario y eso es algo que podemos envidiar los que no sabemos si alguien nos abrazará cuando nos muramos. Tal vez sea lo único que una persona debería desear de veras: terminar sus días mecido por el amor de los que se quedan en este mundo.
Te envío un abrazo, aunque sea virtual Mayte. Y si te ves con ánimo, llena la jaula otra vez.
ResponderEliminarGracias, Elisa,pero por ahora se me han quitado las ganas de tener animales enjaulados. Todavía me queda una periquita -con muy mala leche, por cierto- y una gata que me tiene enamorada; con ellas he formado una familia algo sui generis que me tiene distraída y llena esos ratos de vacío que, a menudo, encontramos en nuestro día a día los que vivimos solos.
ResponderEliminarParece mentira que ese bichito,que aúnque sabíamos que tenía una vida especialmente corta,deje unos recuerdos a los que pudimos disfrutarlo algunas veces,"tambien cabreando por la de mierda que formaba",pero como tú siempre serás una persona necesitada de estar rodeada de animales,ya sabes por muchas otras espereciencias que siempre sentirás la pérdida de algún animal de compañía,y por eso no desistirás nunca en tener otra mascota.Eso sí ,nunca más tengas un conejo.Besos tu hermana,Loli
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