domingo, 5 de febrero de 2012

"LA TORTURA NO ES CULTURA"

Las miles de injusticias que nos rodean a diario consiguen hacernos perder la perspectiva histórica y olvidamos algo fundamental: el pasado siempre es mejor porque está contaminado con la edulcorada nostalgia. En cuanto a derechos humanos el salto ha sido considerable y aunque, actualmente, las violaciones de los mismos son continuas, al menos consiguen salir a la luz y son combatidas por ONGs o por cualquier ser humano que sufra con el dolor de los demás.
El concepto de civilización que yo defiendo es el que enarbola una bandera invisible pero muy poderosa: ser civilizado es una declaración de principios y el que más destaca es el de la protección del más débil. Las fuerzas de la Naturaleza son despiadadas con los débiles y están sujetas a leyes tiránicas donde sólo sobreviven los más fuertes, es por esta causa que el ser humano se agrupa y logra convertirse en la especie hegemónica de nuestro planeta. Debemos respetar la naturaleza porque nosotros somos parte de ella, pero no nos debe servir de modelo para crear nuestras normas ni para construir nuestros estados.
No me gustaría que me malinterpretarais cuando afirmo que el auge de la preocupación por la ecología ha confundido a muchas personas que consideran que todo lo natural es bueno -la mordedura de una víbora también es natural y no por ello es buena-. Soy un ser humano muy preocupado por el deterioro de nuestro entorno, reciclo como el que más e intento cooperar a que la contaminación del planeta sea mínima (no tengo ni coche), sin embargo, estoy muy agradecida por haber nacido en un momento histórico y en un país donde existen avances científicos y técnicos que pueden ayudarme a sobrevivir.
Seguramente, en otra época o en otro lugar no tendría muchas probabilidades de seguir adelante con mi vida: mi miopía sin cristales correctores, por ejemplo, me convertiría en un individuo candidato a desaparecer en peores circuntancias vitales.
Los antropólogos aseguran que la necesidad de supervivencia en un medio hostil fue el inicio de la civilización; la organización en grupos para luchar contra las bestias salvajes y más fuertes que el hombre dio origen a la aparición del lenguaje humano y, por extensión, al desarrollo de una inteligencia superior.
Hoy en día, todos somos el producto de la suma de muchas civilizaciones que han ido progresando gracias a los esfuerzos y a la lucha de muchas personas que sacrificaron todo, incluso la vida, para conseguir un mundo más justo. Los cambios de esta envergadura son lentos e imperceptibles a corto plazo; casi siempre provocan un férrea resistencia entre los que defienden la tradición sin percatarse de que las tradiones también deben cambiar y, en algunos casos, hasta desaparecer porque no responden a la idea básica de las civilizaciones: la protección de los derechos de quienes no pueden defenderse por sí mismos.
En el Imperio Romano los animales y la mayor parte de los seres humanos no tenían apenas derechos, dos mil años más tarde aún se utiliza el sufrimiento de animales para distraer a algunas personas que se escudan en la tradición para defender su postura. Señores, gracias a Dios, muchas tradiciones han desaparecido en pro del bien de la Humanidad, si no fuera así, todavía asistiríamos a espectáculos tales como los de los circos romanos donde seres humanos eran devorados por fieras.
Gandhi dejó un pensamiento que considero oportuno para apoyar mi argumentación: se reconoce si una civilización es más desarrollada y más justa cuando trata con respeto a los animales.
"LA TORTURA NO ES CULTURA"

2 comentarios:

  1. Y a los disminuidos psíquicos o físicos y a los ancianos y a los sin hogar... Gracias Mayte.

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  2. Creo que la palabra "incivilizado" ha adquirido nuevas acepciones desde que se han conocido los múltiples abusos de unos pocos a costa de la falta de solidaridad con las personas más frágiles, de ahí que los pocos que tienen la suficiente empatía para ayudar a las víctimas de la injusticia -dícese, por ejemplo, de Baltasar Garzón- tengan que luchar contra un sistema que está olvidando la civilizada máxima de la búsqueda del bienestar general.

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