jueves, 4 de marzo de 2010

La elegancia


No hay discusión más infructuosa que la del "buen gusto". Tras el consabido intercambio de argumentos a favor o en contra de determinados conceptos estéticos, uno llega a la conclusión de la imposibilidad de convencer al contrario de que su opción es la más válida. Y, por supuesto, alguien dice aquello de " para gustos, los colores" o " sobre gustos no hay disputas". Pero, bueno, aunque supongo que existen ciertos parámetros unificadores lo que más me interesa de este fenómeno de opinión es la certeza de que algunas personas poseen un "je ne sais quoi" ( más glamuroso que un "no sé qué") que las convierte en exponentes de la elegancia.

Pero ¿qué es la elegancia? ( ¿otro debate? No, gracias) Se podría definir desde muchos aspectos: un traje, un peinado, unos gestos...Sin embargo, según mi parecer, la elegancia es una cuestión de actitud.A mí me impresiona la elegancia del que sabe perder - en el juego y en la vida-; la de aquel que sonríe ante un golpe de mala suerte; la del que cede el asiento en el bus a alguien que lo necesita más; la del que saluda con igual respeto a la señora de la limpieza que al jefe y, en definitiva, me parece muy elegante la persona que tiene la maravillosa costumbre de ser bueno desde la discreción. ¿ Y qué me decís de la elegancia del sabio cuando reconoce que todavía le queda mucho por aprender?

Realmente, aunque siempre es agradable que a uno le digan que tiene estilo ( sobretodo cuando lleva un jersey de seis euros comprado en el mercadillo) lo que de verdad deberíamos trabajar es en esta actitud de elegancia que convierte un Armani en una lechuga iceberg, por ejemplo - y sin faltar ni al uno ni a la otra-.

Y que conste que no renunciaré,a pesar de lo dicho,a mis desayunos de fin de semana en la cama y con mi revista de moda mensual.

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